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La compra de una nueva vivienda es una de las decisiones más importantes que tomamos en nuestras vidas. Las preguntas son muchas: ¿Dónde? ¿Qué tipo de vivienda? ¿Cuál es la que mejor se adapta a nuestras necesidades y gustos? ¿Cómo se adaptarán al paso del tiempo y nuestras necesidades? Y no
son pocas las renuncias que en este proceso debemos hacer.
En muchos casos el dónde determina de manera clara y directa otras variables. Hay muchas zonas, sobre todo el centro de las grandes ciudades, donde no hay opción de obra nueva, con lo que si no somos de los que se aventuran a iniciar una reforma (es sabido que una de las principales causas de divorcio es, precisamente, las tensiones que estos procesos generan) y queremos vivir en una de esas zonas donde la oferta de obra nueva es inexistente, no nos queda mas remedio que optar por una vivienda reformada.
El producto vivienda reformada, en algunos casos edificios enteros es un producto caro. Pensemos que el inversor, muchas veces llamado reformista, ha tenido que negociar la compra del inmueble, ha invertido en su adquisición, ha pagado una reforma, ha pagado impuestos y sobre toda esta inversión debe obtener una plusvalía, ya que no es otro su objetivo. Es un producto terminado y por tanto con pocas oportunidades de adaptación.
Desde el punto de vista del vendedor, el proceso de vender una vivienda en mal estado, a reformar, es lento. Se venden peor, muchos de los potenciales compradores de vivienda por la zona no son capaces de imaginar la casa reformada, abstraerse de la mala situación actual o no quieren, pueden o saben enfrentarse a un proceso de reforma lleno de problemas y trampas para los no profesionales.
Con lo que el mercado en muchos casos se restringe a los llamados reformistas, profesionales que negocian el precio con la tranquilidad de una menor demanda y con una perspectiva puramente financiera. Finalmente, el producto tarda en venderse y cuando se vende se hace a precios muy por debajo del valor potencial de la vivienda.
Desde el punto de vista de la inmobiliaria es un producto con poca rotación y poca demanda, que obliga a un esfuerzo alto, tanto de visitas como de negociación, que por tanto deja menor beneficio que las viviendas ya reformadas u obra nueva. La inversión en un proyecto de reforma que ponga en valor la vivienda es algo implanteable dado el alto coste.
Desde Arkittai creemos que las nuevas tecnologías pueden ayudar en este proceso, las tecnologías de Diseño, Modelado 3D, Realidad Virtual e Inteligencia Artificial nos permiten realizar un proyecto de reforma sin coste para la inmobiliaria y que muestre todo el potencial de la vivienda y ofrecer al comprador un proyecto cerrado, llave en mano como en cualquier vivienda de obra nueva, que evite los quebraderos de cabeza, permitiendo además cierta flexibilidad; no la misma que con un proyecto de reforma abierto, pero mucha más que con un proyecto ya ejecutado, ofreciendo un mayor valor para el propietario que vende con un menor coste total de la operación.
Resumiendo: el propietario gana más, el comprador paga menos y la inmobiliaria tiene más rotación y por tanto mayor beneficio. Con todo ello podremos hacer de las casas a reformar un nuevo concepto de obra nueva sobre plano: casas como nuevas en el centro de la ciudad a un precio competitivo.